martes, 4 de mayo de 2010

Lucas. Parte III.

Hay que decir la verdad: Lucas no es el tipo de hombre que mirase al pasado y sonriese, no había mucho por lo que reir. Había vivido en un barrio muy pobre sólo con su madre y un padre que hacía lo que le venía en gana con el cuerpo y alma de quienes en ésa casa habitaban. No habían niños en la calle donde vivían y tampoco iba mucho a la escuela, normalmente sólo asistía los miércoles y jueves, que eran los días en los que su madre se quedaba a descansar en su casa del trabajo y el maltrato de su padre. La mente de Lucas estaba envenenada de todo tipo de imágenes, aromas y sensaciones que jamás debieran siquiera pasar por la imaginación de un niño de esa edad, pero a él le tocó crecer rápido, entender todo la primera vez, ser el hermano, el amigo, el ángel de su madre, Lucas fué el único hombre en la vida de Loraine que verdaderamente la amó.
Ella trabajaba en un bar de mala clase, como mesera. ¿Cómo hacía para que nadie notara los golpes de su marido?, sencillo, él tampoco era tan imbécil, sólo la lastimaba en sitios que ella podía cubrir, como las piernas, el abdomen, los senos, la espalda, etc. Lucas solía pasar noches acostado junto a su madre sólo observando las cicatrices de las heridas e imaginando cómo se debía sentir.
El "Accidente" que hizo a Lucas tomar una desición sucedió a sus 13 años, un sábado por la noche, con las características normales: un azote de puerta, luces titilantes, gritos. Loraine corrió al cuarto de Lucas, le dijo que se escondiera rápido, y él corrió hasta el cuarto de sus padres, se escondió dentro del armario, quería ver lo que sucedía, tener más motivos para llenarse de odio. Su padre ya no gritaba amenazas, las había dejado hace tiempo, cuando se dió cuenta de que le hacía doler más la garganta, que tenía ya muy herida por el cigarrillo, ahora sólo le apuntaba con una nueve milímetros y le decía que cazaría a Lucas y lo mataría antes que a ella, sólo para que pudiera observar su muerte, pero no lo haría sencillo, primero le dispararía varias partes del cuerpo y luego lo mataría. Lucas escuchaba todo esto al tiempo que apretaba su quijada a punto de romper sus dientes. Loraine gritaba, lloraba, gemía de dolor mientras su marido la penetraba. Sentía que todo en ella se rompía, su intimidad, su alma, su cuerpo, todo lo que era él lo destrozaba de la manera más sucia. Lucas observaba todo esto en un estado de shock inminente, no podía creer lo que sus ojos le mostraba, a ratos los cerraba, pero no dejaba de escuchar los gritos de Loraine, quería que todo acabase, pero no había nada que pudiera hacer, al menos no en ése momento, debía esperar, ser fuerte, resistir. De un momento a otro Loraine dejó de gritar y de moverse, respiraba muy poco, él le dió unas cuantas cachetadas, pero ella no reaccionaba. Él se levantó de la cama y susurró para sí " Ahora qué voy a hacer con ésta perra..." lanzó un bufido y se metió al baño. Lucas salió del armario, pálido y asustado como nunca había estado en su corta existencia, sentía que su vida se iba con la de su madre. Sus piernas moradas de los golpes, llenas de sangre que manaba de su vagina rota, de sus muñecas que habían sido atadas a los bordes de la cama, incluso de su nariz por las cachetadas que había recibido. Las lágrimas salían de los ojos de Lucas como nunca, arrodillado junto a su madre, tomándola de la mano no podía comprender cómo era posible todo lo que estaba sucediendo. Derrepente todo tomó colores de pesadilla, olor a irrealidad, sensación de mentira y se levantó, caminó hasta el baño, golpeó la puerta y cuando su padre hubo salido le gritó " La mataste...¡¡¡Hijo de puta!!!, ¡¡¡mataste a mi mamá!!!", todo ésto fué un error, especialmente cuando después de gritarle éso, le escupió en la cara. Su padre, furioso, lo agarró cual pluma ligera y lo arrojó contra la pared. " No te metas en asuntos de mayores cabroncito", le dijo, tomó impulso y le partió la cara del lado de la mejilla derecha. Aún cuando lo conocí se podía ver la cicatriz bien formada a todo lo largo de su rostro. Antes de irse de nuevo su padre le dijo " Regresaré el lunes, espero que me tengan una comida caliente bien preparada". Y sin más se fué.
Tan pronto como pudo Lucas se dió la tarea de buscar algunas toallas mojadas para limpiar el cuerpo ensangrentado de su madre. Seguía respirando, sólo estaba desmayada, el olor a sangre era penetrante pero debía seguir. Haló las sábanas debajo de ella para lavarlas, no podía sopotar ver la misma escena más tiempo. Mientras limpiaba las piernas de su madre pudo ver todo tipo de quemaduras en su vagina, no podía imaginar lo mucho que debía doler, no pasó ninguna toalla por ahí, sólo exprimió agua tibia y limpió la sangre que caía combinada con el agua. Buscó en el baño algo para colocarle, una gasa fue lo único que encontró, por el momento serviría, colocó también un poco de algodón para que no doliera tanto cuando despertara. Ya todo se veía más limpio. Buscó algunas ropas de ella y la vistió en la medida de lo que pudo. Luego, fue nuevamente hasta el baño, vió su rostro, la herida abierta sangraba prominentemente, no haría nada. tomó algunas curas y las cortó en pequeñas tiras, limpió la sangre de su rostro y cerró la herida, cellándola con las tiras de curas que había picado. Caminó hasta la cocina, recogió los platos rotos, preparó algo de comer para él y para su madre, se sentó al borde de la mesa, colocó su cabeza entre sus manos y lloró por su madre, por él, todo lo que sucedía, y por lo que iba a suceder.