sábado, 27 de febrero de 2010

Lucas. Parte II.

"¿Te gusta?" le preguntó mostrándole una pequeña navaja plateada, reluciente. "Te doy dos opciones. Vas, te quitas la ropita, y me esperas sobre la cama- dijo, mientras apretaba la punta de la navaja contra el rostro de Loraine- o te tajo en pedacitos, pero primero a tu pequeño bastardo" volvió a reir. Loraine se dió cuenta de que el nudo que tenía en la garganta le apretaba cada vez más, sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas y su corazón latía con una violencia indescriptible, bajo la luz tenue y titilante del pasillo, sentía que estaba por desvanecerse. Bajó la cabeza, su marido se fue al baño, ella aprovechó para correr hacia el cuarto de Lucas, pero no lo encontró. No le preocupaba, sabía que se escondía en la habitación de huéspedes. Fue hasta su cuarto, se miró frente al espejo, su rostro cansado, su mirada perdida, su cuerpo que ya había soportado tantas cosas, y le faltaban tantas más por aguantar, sus pechos perfectos, su piel suave como durazno, sus piernas fuertes, su ombligo, su vientre, su cabello, todo lo que ella era, una hermosa mujer de veintisiete años a la que le arrancaron de su centro todo lo que ella tenía, exepto su hijo, y no iba a dejar que nada pasara. Se echó sobre la cama, y fue cuando lo vio llegar como un perro rabioso, ella trató de pararse pero él la empujó, la agarró por las muñecas y las golpeó contra la cabezera de la cama con suficiente fuerza como para rompérselas. Lanzó un grito ahogado, no podía respirar bien con todo el peso de ése ser sobre ella, y por un segundo lo vió todo como una pelicula, algo extraño, ajeno a ella, las luces se apagaba, pero ella luchaba, lo hacía por su hijo, porque no lo dejaría solo y menos con éste individuo que ahora le quitaba la vida. Trató de hacer fuerza, pero sólo consiguió que él riera y la lastimara más. Fue entonces cuando la penetró, y algo dentro de ella se rompió, el dolor fue suficiente como para hacerla ahogarse entre el grito y el vómito que subió de su estómago como reacción al dolor tan intenso. Algo caliente restabalaba por sus piernas, pero no era líbido, no... olía a sal. Sangraba a chorros, y lloraba de igual manera. " ¿Qué te pasa? ¿Porqué sangras?, ¿Es que no te está gustando?. Bah, no sé porqué no te mato, no me sirves para nada. Mis putas nunca sangran, a ellas les encanta, ¿Porqué a ti no?. Ramera. Debería matarte. Sí... éso debería hacer... es lo que se hacen con las perras como tu que no sirven para nada." Dicho esto se colocó un pantalón y una camisa y salió de su casa a toda marcha. Lucas salió de el lado izquiero de la cama, cuando se fue su padre, se montó en la cama con su madre, quien lloraba desconsoladamente contra una almohada, las sábanas estaban llenas de sangre y él se acostó junto a ella. No entendía bien lo que había pasado, pero si había sangre es porque su padre la había lastimado, y le dolía mucho, porque cuando el se raspaba y sangraba le dolía también mucho. Su madre sangraba por el lugar donde él nació, el la veía y le secaba las lágrimas, le acariciaba el rostro y le decía lo que ella siempre le decía a el para dejar de llorar "Eres muy bonita para llorar, mami." y sabía que éso le hacía bien, porque sonreía, y que su padre le hacía mal, porque la había lastimado, la había hecho llorar y sangrar. Lucas le acariciaba el pelo mientras le decía " No llores, que mi papá ya se fue. No llores mami," Ella sentía sus caricias y cómo secaba sus lágrimas, tomó sus pequeñas manos de ángel entre las suyas y las besó como lo que eran, un milagro.

viernes, 26 de febrero de 2010

Lucas. Parte I .

Para Lucas, su madre era lo más valioso en el mundo, la luz de sus ojos, su risa, su esperanza, era todo lo que amaba y lo que amaría siempre. Y era el eco lejano de su dulce voz lo que lo acogía en las frías noches que pasaba detrás de las rejas,cumpliendo sus veinte años de prisión.

Lucas tenía seis años cuando ocurrió el primer incidente. Estaba muy acostumbrado a la presencia cariñosa de su madre, a su sonrisa eterna, pues siempre estaba con ella, la ayudaba a cocinar, aunque sabía que era un chef un tanto torpe, a su madre nunca le importó, y más de una vez dejó caer un huevo "por accidente" sólo para que ella se acercara a él riendo y le limpiara las manos con la suavidad que tenía. Solían escuchar música juntos y pasar las tardes así, ella leyéndole y él durmiendo, acunado en su pecho, escuchando constantemente el latido de su corazón, para Lucas no había mejor manera de dormir que ésa. Así fue que, una noche de marzo, sucedió: Lucas estaba acostado, abrazado a un viejo oso que tenía desde su nacimiento. Loraine, su madre, lo observaba dormir como un ángel, realmente Lucas era la razón de su existencia, pensaba, mientras le dejaba un beso marcado en la frente. Salió de la habitación con sumo cuidado de no despertarle con los ruidos de la puerta, la cual dejó un poco abierta, para poder escuchar mejor si se despertaba. Loraine caminó hasta la cocina, se sirvió un vaso de agua y se sentó a escribir algunas notas para el día siguiente. Escuchó entonces que la puerta de la cocina que daba al exterior se abría y una figura espectral entraba por ahí, aún llevaba una botella medio llena en su mano derecha, con la izquierda cerró la puerta de un golpe que hizo estremecer la casa entera, él rió ante la expresión asustada que tenía Loraine. "Deberías ver tu cara perra. ¿Qué pasa?,¿es que le tienes miedo a tu propio esposo?- le decía el, mientras se acercaba a ella y ella se alejaba cada vez más, desde donde estaba podía notar el olor a alcohol que le salía por los poros- ¿Porqué no vienes y me preparas algo de comer? vengo con hambre. Anda, muévete. Sirve de algo. Hace dos días no como casi nada" Una ola de ira corrió por el cuerpo de Loraine, haciéndola cometer un error enorme: "Claro, tienes dos días en el bar, sin siquiera pasar por aquí". Los ojos de su marido se inyectaron de sangre al instante, lo siguiente que vió ella fue su enorme figura corriendo hacia ella, trató de correr hacia la sala, pero él la alcanzó, la tomó por el cuello y alcanzó a levantarla del piso, "Tu no me dices que hacer, puta.¡Yo hago lo que se me da la gana con mi jodida vida! ¡Tu y el cabroncito de tu hijo se quedan afuera de mis asuntos!". Diciéndo ésto la soltó, ella respiró un par de veces, estaba ahogada, sentía el corazón alrededor de su cuello, había dejado una marca. "Es tu hijo también..." alcanzó a articular. Él le dirigió una mirada inquisitiva, Loraine alcanzó a observar que una sonrisa se dibujaba en su rostro, sintió un frío congelante en su nuca. Se levantó a toda prisa, su corazón latía a todo lo que podía, corrió hasta el cuarto de Lucas, pero él no la dejó. Abrió la puerta y escuchó cómo una exclamación vacía salía de sus labios. "¡¡Maldita!! ¿¡Dónde está el niño?!, ¿¡A dónde te lo has llevado?!" La empujó contra la pared y agarró su cara con el dedo indice y el pulgar, presionando cada vez mas fuerte, su aliendo a alcohol pútrido la iba a hacer vomitar. Entonces él rió, "Mejo así, podemos tener un tiempo nosotros, ¿No?- soltó una carcajada-. Anda, vé al cuarto y desvístete, me esperas en la cama". Una sensación de fatiga se instaló en su garganta, estaba apunto de vomitar. "Ni muerta"- respondió ella, y parecía que era ésa la respuesta que él estaba esperando.

sábado, 20 de febrero de 2010

En el ojo del huracán.

Una de las cosas que más detesto de la humanidad es que todos necesitan drama para poder vivir. Todos tienen que estar en un estado constante de caos para poder sentirse bien consigo mismos, como una amiga hace poco tiempo me dijo "la tranquilidad está en el ojo del huracán". Pero ¿porqué?, ¿es que acaso sentimos que no merecemos paz verdadera?... No lo sé, pero si hay algo que tengo por cierto es que un ser humano no puede estar mucho tiempo sintiéndose bien, pues tarde o temprano se siente vacío o aburrido, suscede que no pasa nada en su vida que sea interesante, que lo mantenga en la lucha, y tienen que crear problemas de la nada, luego se sienten mal, por haber perdido la felicidad que tenían y adrede, pero cuando eso sucede regresa el equilibrio, no son felices, pero tampoco se aburren de sus vidas, es natural hacerlo, quejarse de la vida perfecta y buscar retos. Entonces, ya que no nos permitimos ser "eternamente felices" supongo que no existe tal cosa como la felicidad, que todo lo que nos han contado sobre las personas que viven "felices para siempre" al final de las historias son sólo eso: cuentos de hadas, y que la realidad de la vida es sencillamente la aventura. Una vez que no hay cambios, retos ni aventura entonces no queda nada, la vida pasa a ser un día eterno que nunca acaba, y entonces la paz empieza a atormentar, el peor ruido pasa a ser el del silencio y tu te conviertes en tu peor enemigo.

domingo, 7 de febrero de 2010

vivo

Amo la manera en la que el sol se despierta perezoso pero diligente todas las mañanas y se oculta feliz al atardecer, vistiendo al cielo de gala para la llegada de su reina. Amo la manera en la que sale la luna de noche acunándome en mis sueños, y amo la forma en la que las estrellas le acompañan. Amo pensar en ésa luna, en todas las lunas, en los planetas que siguen siempre despacito su curso, y en las cosas maravillosas que han pasado junto a ellas, en las estrellas que han visto nacer, morir y renacer. Amo el tiempo, pensar en el pasado y no poder recordarlo y amo la risa de los niños y las nubes de color naranja. Amo imaginarme volando entre ellas, llena de ése color y ser curiosa. Amo, aunque a veces no parezca, la mirada distante de un ser especial. Amo sus caricias y las caricias del viento, sus besos y los besos de la lluvia. Amo un momento de risas y silencios compartidos y de ideas al azar que se encontraron a la vez, saliendo de dos cabezas completamente distintas, la sincronía desorganizada. Amo las veces en las que "nosotros" somos él y yo, amo los misterios, las historias bien contadas, las canciones bien escritas, el amor bien hecho y son éstas ( entre otras ) las cosas que me hacen querer despertarme al día siguiente, saber qué sorpresas traerá el sol consigo, o la luna quizás. Si, son éstas las cosas por las que vivo.
Y hay cosas que quizás no amo tanto. Pero éso ya es otro escrito.