martes, 13 de julio de 2010

Lucas IV.

Él conocía gente, tenía mucha actitud y carisma para un muchacho de su edad, se veía decidido lo cual hacía que fuese complicado decir "no" cuando miraba fijo a los ojos y pedía un favor; era el tipo de persona que caminaba con la cabeza en alto y poseía una voz de mando digna de los generales más reconocidos, Lucas no era alguien con quien cualquier abusivo se fuera a meter. A sus trece años tenía un cuerpo definido pues las peleas regulares en su escuela y en la calle donde vivía lo tenían constantemente en entrenamiento. Era de esperarse que en los lugares que frecuentaba hubiese conocido personas con distintos intereses y estilos de vidas, todas bajas, encubiertas e ilegales, pero poco importaba en ése entonces, la policía nunca frecuentaba aquellos sitios y a nadie le interesaba que se supiera lo que pasaba en ése circulo, de modo que resultó sencillo conseguir lo que necesitaba, casi tan sencillo como tomar la desición. Lucas se sentó la noche del 16 de octubre del 2007 en el balcón de su viejo apartamento rentado, no habían muchas estrellas en el cielo, parecía que fuese a llover a torrentes, el olor a cenizas era penetrante, imaginaba que estaban quemando de nuevo el terreno baldío a una cuadra y media de su casa, se pasó las manos por el pelo, se estiró e hizo ademán de respirar profundo. Loraine lo miraba por la puerta transparente, preguntándose qué clase de pensamientos podrían pasar por su cabeza, arrepintiéndose de cada paso de su vida que la llevó a vivir la pesadilla en la que se encontraban; ella nunca culpó a la vida, ni al verdadero padre de Lucas por haberlos abandonado. Se acercó a la ventana de vidrio y dio dos suaves toques, cuando Lucas la hubo mirado ella le hizo señas para que entrara a comer algo, el asintió y entró.


-¿En qué tanto pensabas, hijo?- preguntó Loraine, inclinándonse hacia él para arreglarle el cabello.


-Nada importante mamá, en la vida.


Ella no era ninguna ignorante y conocía a su hijo, sabía qué estaba pasando por su cabeza, sólo estaba esperando a que él se lo dijera. Pensaba en la vida, es cierto, pero específicamente en SU vida.


-No deberías desgastarte pensando ésas cosas, sabes que todo pasará, algún día nos iremos tu y yo muy lejos de aquí y seremos felices, sólo hay que tener fe en Dios, él arreglará todo, ya verás.-Su voz era suave y tenue, pero no alcanzó para controlar la ira de Lucas.


-Dios...- dijo despacio- Si... He rezado, he orado, he llorado para que nos sacara de aquí. Ya van ocho años...¡¡Ocho años rezando para que esta tortura se acabe!!, ¡¿Y sabes qué me pacere?!, ¡¡Creo que Dios también nos abandonó!!....-tomó aire y siguió- Y no lo culpo, ¿sabes porqué?. -Loraine miró al suelo sin saber qué decir-Si fuera Dios ¡¡¡Yo también me hubiera ido hace rato!!!.


-¡¡Deja de decir esas cosas!!, ¡Deberíamos estar agradecidos del techo que ha puesto sobre nuestras cabezas!

-... Y cicatrices en tu cuerpo... Tu podrás, pero yo ya no lo soporto. Es una tortura diaria verte destrozada por ése maldito imbécil.- Lucas emitió un bufido- Dios- dijo, saboreando la palabra.- Ese carajo no pasa por ésta calle, se cubre los ojos cuando te colocas en frente

-¡¡¡Deja ya de hablar así!!!, ¡¿Cómo te atreves a decir esas cosas de Dios?!, ¡Gracias a él estamos vivos!- gritó Loraine con todas sus fuerzas.

-¡¿Entonces a quién culpamos de las cicatrices que traes en tu cuerpo?!, ¡¡¿Del infierno en el que vivimos madre?!!. ¡¡¡¿Dios?!!!, ¡¡YO soy el q va a resolver ésto, estoy cansado!!. ¡¡¡ Ya no más !!!.

Habiendo dicho ésto Lucas se marchó hacia si habitación. Loraine no sabía qué hacer, estaba débil, sentía que sudaba frío y todo su cuerpo temblaba de manera incontrolable. " Vamos, éste no es el momento para que te de un ataque", trató de respirar profundo. " O quizás es justo el momento adecuado". Se dejó caer en una de las sillas de la cocina, estaba completamente desorientada, sólo quería salir huyendo de ahí, sabía que las cosas estaban por empeorar, algo pasaría, Lucas estaba muy alterado y era capaz de hacer cualquier cosa, y ante la idea de lo que podía suceder se sentía más angustiada. Su respiración se agitaba, el sudor corría por su cuerpo y las lágrimas escapaban de sus ojos para morir en sus labios. Muchos eran los errores que había cometido en su vida, pero Lucas sin duda no fue uno de ellos, y no importa qué sucediera, ella siempre estaría de su lado, pasara lo que pasara. Loraine se levantó del asiento, respiró profundo, buscó su rosario y salió al balcón, rezó una hora pidiendo perdon a Dios por lo que su hijo había dicho, por todas las cosas que ella habia hecho, por que guiara a Lucas por un buen camino y que no lo dejara cometer una estupidez que lamentase el resto de sus días. Claramente Dios esa noche estuvo muy ocupado como para escucharla.

Lucas. Parte V.