martes, 22 de diciembre de 2009

Ladrona.

-Ahora tu dime algo importante.- le dijo entre risas.
-¿Algo como qué?.- preguntó, aún jugando suavemente con su mano a descubrir la de ella.
-Como un secreto...algo que nadie más sepa.
Ella pasaba suaves sus dedos por su piel, encantada por la manera tan fácil en la que se erizaba entero. Ella, curiosa, intentaba descubrirlo, a él le encantaban esos juegos de seducción, el roze de pieles, las caricias, las palabras susurradas, y sobre todo le fascinaba la manera tan inocente que tenía ella de quererlo descubrir, sutil, dulce, perfecta. Él exploraba su cuerpo con extremo detalle, como quien ha descubierto una nueva tierra,mientras se perdía entre sus dunas exquisitas, su piel suave, tersa, le hacía caer en la tentación de dejar a un lado sus manos para que jugaran con las de ella y dejarle el trabajo de exploración a sus labios, de esa manera atrapaba su olor y sabor a la vez. Ella era una diosa de piel radiante y ojos color diamante. Y no pudo hacer sino sonreir ante su pregunta. Obervó por un segundo afuera de la ventana, la luna estaba llena, luego buscó sus ojos nuevamente, subiendo un poco para quedar a la altura ideal. Acercó sus labios a su oído y le dijo entre susurros: "Yo conozco tu secreto...". Apartó las sábanas que los cubrían y sonrió nuevamente ante aquella hermosa visión.
-¿Cuál secreto?.- exclamó ella, sorprendida, buscando sus ojos, extasiada por las maravillas que hacía en ella. Él bajó por su cuerpo, ella sentía sus labios y su respiración en cada poro de su piel, él rozaba su cintura, su cadera, hasta llegar a su muslo, donde había un lunar en forma de dos aros unidos, y allí le estampó un beso. Colocó sus dedos en ése lugar y regresó hasta quedar a la misma altura, la miró a los ojos, él había descubierto a la que había cometido el más grave crimen de la historia, y la tenía ahora entre sus brazos, era de él, toda suya. Dió dos suaves toques con sus dedos al lugar donde los había colocado y le sonrió. Gracias a ella, ya no tendría que estar saltando de piel en piel para descubrir a la ladrona.
- Sé que tu fuiste quien le robó los aros a la luna.

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