Apenas me voy dando cuenta de la necesidad extraña que ha florecido en mis entrañas, adhiriéndose a mis palabras; es ésta necesidad loca de finalmente, ser escuchadas. Una necesidad sin motivos, sin excusas ni porqués, pero a fin de cuentas una necesidad real, lastimosamente es también una necesidad suicida, pues decidió adherirse precisamente a las palabras que nunca conseguirán vivir, aquellas que nacieron en mi corazón, se anidaron en mis ojos y un buen día decidieron arriesgarse, escucharon que había un corazón muy cercano y dispuesto a darles cobijo, cuando habían decidido salir, mi orgullo trató de atraparlas, pero no pudo, siguieron su camino por mi garganta hasta que se tropezaron con mis dudas, éstas atraparon uno que otro respiro, pero las palabras siguieron adelante, algo cansadas, pero siguieron; luego, ya cuando estaban por llegar a mi boca se encontraron con mis miedos, quienes rodearon a las palabras, capturando algunas y matándolas, las demás lucharon con todas sus fuerzas, ellas debían sobrevivir, venían del corazón, y los nacidos del corazón siempre sobreviven, pero en el corazón nunca habían escuchado hablar de los de la cabeza, que eran tan fuertes como ellos. La lucha fue larga y extenuante, mis palabras no consiguieron derrotar a mis miedos, quienes cuando se sintieron agotados decidieron marcharse, dejando a las palabras que habían sobrevivido en agonía, la mayoría de ellas murieron, pero dos palabras, más jóvenes y fuertes consiguieron escapar, y ahora anidan en tu corazón, lo sé porque me lo ha dicho tu mirada, y sé que el "te amo" que consiguió escapar de mi orgullo, de mis dudas y de mis miedos esta muy bien cuidado ahí. Y con respecto a mis demás palabras y a mi necesidad extraña y suicida, sigue ahí, filtrándose por mis entrañas, recorriendo mi cuerpo, en mi sangre, en mis ojos y en mi corazón. Para salir sólo necesita un poco de ayuda con mis miedos, que habitan en mi cabeza, y para éso no hay mejor medicina que las palabras que nacen en tu corazón, que entran por mis oídos y llegan directo a mi mente, atacando a los miedos, a la duda y al orgullo, facilitando así la salida para mis demás palabras, que sólo son mensajeras de las necesidades extrañas, locas, y suicidas de mi corazón en su delirio de acoger en él palabras que hayan nacido en tí. A ese intercambio de palabras, mi corazón le llama "amor".
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